martes, abril 10, 2007

Hoy todos somos Fuentealba



Articulo tomado del diario Pagina12 del 10/04/07

Por Sandra Russo

En su búsqueda ética y estética, el fotógrafo brasileño Sebastián Salgado recorrió el mundo, en especial sus arrabales, buscando vestigios del trabajo humano en vías de extinción. Retrató a mineros, recolectores, campesinos, buscadores de oro, hombres y mujeres rozando el límite de la experiencia del trabajo, y retratándolos también hizo un retrato del mundo en el que vivimos: una esfera recubierta, de un lado, de terminaciones espejadas y netas, llena de chips y datos que viajan en el espacio, y herida, del otro lado, profundamente herida, la esfera y sus habitantes, hombres monos, hombres elefantes, hombres araña, hombres bichos que buscan su supervivencia metiendo la cabeza en todo tipo de cloacas.

Uno de los últimos ensayos fotográficos de Salgado recoge imágenes de niños en escuelas. Los niños de la parte enlodada del mundo. El ensayo apunta a retratar, esta vez, el origen de la inequidad. Pero ahí los vemos. Niños de la India sentados en sillas rotas y con las manos sucias sosteniendo un lápiz. Niños de Irak en un aula bombardeada. Niños de Sudán apoyando en sus piernas largas y desnutridas algún libro fotocopiado. Niños de países pobres, en fin, sosteniendo de diversas maneras la esperanza de aprender algo que los rescate de las fauces de la ignorancia y la pobreza, que son hermanas gemelas, siamesas perversas.

¿Qué es lo que mantiene a la educación como un hito respetado y preservado aun allí donde han caído otras banderas y otras luchas? ¿Qué saber ancestral hace que padres y madres que viven vidas miserables desplacen sus reservas de ilusión hacia sus hijos, y los embarquen en la aventura de la escolaridad?

Hoy los ojos argentinos están fijos en Neuquén. Mataron a un maestro. Sus colegas, sus compañeros, sus familiares, sus amigos, sus vecinos, mucha gente protesta en Neuquén. En todo el país se multiplican los gestos de solidaridad y acompañamiento por el asesinato de Carlos Fuentealba, cuya vida interrumpida por un cartucho policial no parece distraer al gobernador Sobisch de su candidatura presidencial, ya que sobre eso habló en el fin de semana. Minimizó el crimen: había que despejar la ruta.

Me vino a la cabeza el trabajo de Salgado, y me pregunté por los alumnos de Carlos Fuentealba. Si yo fuera Salgado, iría a Neuquén y retrataría a cada uno de esos chicos. Si tuviera el talento de Salgado, lo usaría para que en esos retratos fuera visible la ausencia del maestro. ¿Qué sueños acompañaba Fuentealba? ¿Qué lección marcará a fuego esas aulas en las que los hijos de los pobres intentan todos los días quebrar el destino que tienen reservado? ¿Qué tipo de extraña melancolía se adhiere a esos chicos, como a los otros chicos que retrató Salgado? ¿Cómo se reflejará en sus miradas el asombro infinito por el asesinato del maestro? El crimen de Fuentealba viene a decir una vez más que la escuela, para algunos espíritus obstinados, sigue siendo una trinchera de resistencia contra el peor de los poderes: el que no sólo empobrece, sino que para empobrecer ennegrece las mentes. Fuentealba, como los buenos maestros, era un rescatador de mentes.

miércoles, abril 04, 2007

Kevin Carter

Hambre en Sudán

La fotografía de la pesadilla

John Carlin 18/03/2007 para el diario El Pais.


La imagen de ese buitre acechando a una niña moribunda en África le persiguió en vida. Con ella atrapó el Pulitzer, pero también la maldición de una pregunta: “¿Qué hiciste para ayudarla?”. A Kevin Carter, cronista gráfico de la Suráfrica del 'apartheid', la presión le empujó al suicidio. Un periodista testigo de aquellos años rememora su figura.
La cámara funciona como una barrera que lo protege a uno del miedo y del horror, e incluso de la compasión.
Un hombre blanco perfectamente bien alimentado observa cómo una niña africana se muere de hambre ante la mirada expectante de un buitre. El hombre blanco hace fotos de la escena durante 20 minutos. No es que las primeras no fueran buenas, es que con un poco de colaboración del ave carroñera le salía una de premio, seguro. Niña famélica con nariz en el polvo y buitre al acecho: bien; no todos los días se conseguía una imagen así. Pero lo ideal sería que el buitre se acercara un poco más a la niña y extendiese las alas. El abrazo macabro de la muerte, el buitre Drácula como metáfora de la hambruna africana. ¡Ésa sí que sería una foto! Pero el hombre esperó y esperó, y no pasó nada. El buitre, tieso como si temiera hacer huir a su presa si agitara las alas. Pasados los 20 minutos, el hombre, rendido, se fue.

No se debería de haber desesperado. Una de las fotos se publicó en la portada de The New York Times y acabó ganando un premio Pulitzer. Pero incluso así se desesperó. Y mucho. El hombre blanco era un fotógrafo profesional llamado Kevin Carter. A los dos meses de recibir el premio en Nueva York se suicidó.

Hay dos preguntas. La primera, ¿por qué se suicidó? La segunda, ¿por qué no ayudó a la niña? La respuesta a la primera es relativamente fácil. La respuesta a la segunda es más interesante. Remontemos.

Kevin Carter nació en Suráfrica en 1960, dos años antes de que Nelson Mandela empezara su condena de 27 años de cárcel. Al llegar a la adolescencia empezó a entender que ser blanco en Suráfrica significaba ser una de las personas más privilegiadas de la Tierra y, al mismo tiempo, cómplice de una atroz injusticia. Cumplidos los 24 años, Carter descubrió que el periodismo era el terreno donde libraría su guerra particular contra el apartheid.

Comenzó su carrera en 1984, cuando las poblaciones negras en las periferias de las grandes ciudades -como Soweto, que estaba al lado de Johanesburgo- se convirtieron en campos de batalla. Jóvenes militantes negros, cuya única fuerza residía en su ventaja numérica, lanzaban piedras a los policías y a los soldados, que respondían con gases lacrimógenos, balas de goma o balas de verdad. Cientos murieron, miles fueron encarcelados. Soweto ardía, y allá, casi permanentemente instalado, estaba Carter, fotógrafo novato de The Johannesburg Star, expiando su culpa.

La gran ironía de la historia reciente de Suráfrica es que cuando salió Mandela de la cárcel en 1990, cuando empezó el proceso de paz que condujo cuatro años después a la democracia, se desató una violencia mucho mayor. Durante casi la totalidad de aquellos cuatro años, Soweto y otra media docena de poblaciones negras en los alrededores de Johanesburgo vivieron una anarquía asesina demencial, nutrida por opositores al proyecto democrático, en la que murieron unos 12.000. Allí, una vez más, estaba Carter. Todos los días. Se presentaba temprano por la mañana a los campos de la muerte, como se presentan los oficinistas a sus lugares de trabajo.

Yo también me presentaba allí, pero con menos frecuencia y más tarde. Siempre que llegaba a estos lugares, en pleno tiroteo o minutos después de una masacre, ahí veía a Kevin Carter, sudado, polvoriento, bolso sobre el hombro, cámara en mano. A él y a sus tres amigos fotógrafos, Ken Oosterbroek, Greg Marinovich y João Silva. Les llamaban a los cuatro “el Bang Bang Club”. Hacían fotos espeluznantes y se exponían a peligros extraordinarios. Yo había llegado a Suráfrica en 1989 tras seis años cubriendo las guerras de Centroamérica. Vi pronto que daba mucho más miedo estar en 1992 en un lugar como Tokoza o Katlehong, a escasos kilómetros de Johanesburgo, que en 1986 en los frentes del oriente de El Salvador o el norte de Nicaragua. Porque en los lugares donde los negros, animados por los blancos, se masacraban podía pasar cualquier cosa en cualquier momento y en cualquier lugar. Con un Kaláshnikov, una lanza, un machete o una pistola. Ahí trabajaba Carter. Ahí se pasaba desde las cinco de la madrugada hasta el mediodía haciendo fotos de gente matando y de gente muriendo.

Para poder hacer ese trabajo es necesario blindarse, armarse de una coraza emocional. No se puede responder a lo que uno ve como un ser humano normal. La cámara funciona como una barrera que lo protege a uno del miedo y del horror, e incluso de la compasión. Carter y sus tres camaradas dormían poco, además, y consumían drogas de todo tipo. Pasaban sus días y sus noches en un acelere mental y en un estado de anestesia emocional casi permanentes. Si se hubiesen detenido un instante a reflexionar sobre lo que hacían, si hubiesen permitido que los sentimientos penetraran la epidermis, habrían sido incapaces de hacer su trabajo. El entorno era alocado, pero el trabajo era importante. Si se hubieran quedado en sus casas o se hubieran expuesto a menos peligro, habría habido más muertos, menos presión política para acabar con la violencia. Ésta era la contribución de Carter a la causa de sus compatriotas negros.

En marzo de 1993 se tomó unas vacaciones de Tokoza y Katlehong y se fue a Sudán. Ahí, apenas aterrizar, es donde vio a la niña y el buitre. Respondió con el frío profesionalismo de siempre. No habría podido elegir otra manera de actuar. Estaba programado, anonadado. El único objetivo era hacer la mejor foto posible, la que tuviera más impacto. Ahí empezaba y terminaba su compromiso. La lógica era muy sencilla: si hacía una foto potente, se beneficiaría a sí mismo, pero también ampliaría la sensibilidad de los seres humanos en lugares lejanos y tranquilos, despertando en ellos aquella compasión -precisamente- que en él estaba necesariamente adormecida.

Por eso no hizo nada para ayudar a la niña. Porque si la hubiera ayudado, no habría podido hacer la foto. Porque había llegado al límite de sus posibilidades.

El problema era que la gente normal, empezando por su propia familia, no lo entendía. Fuera donde fuera, le hacían la misma pregunta. “Y después, ¿ayudaste a la niña?”. Se convirtió en un agobio, una pesadilla. Los únicos que no le hacían la pregunta, porque para ellos no era necesario hacerla, eran los amigos del Bang Bang Club.

En abril de 1994 le llamaron desde Nueva York para decirle que había ganado el Pulitzer. Seis días después, su mejor amigo, Ken Oosterbroek, murió en un tiroteo en Tokoza. Toda la emoción reprimida a lo largo de cuatro años salvajes explotó. Carter se quedó destruido. Lloró como nunca y lamentó amargamente que la bala no hubiera sido para él.

El mes siguiente voló a Nueva York, recibió el premio, se emborrachó, incluso más de lo habitual, y volvió a casa. La guerra se había terminado. Mandela era presidente. Suráfrica tuvo su final feliz, pero la vida de Carter dejó de tener mucho sentido. Quizá en parte porque el peligro de la guerra había sido su droga más potente, la que le había creado mayor adicción. Siguió trabajando, pero, perseguido por la muerte de su amigo y -ahora que se había quitado la coraza- la angustia moral retrospectiva de la escena con la niña sudanesa, se hundió en una profunda depresión. No podía trabajar, o si lo intentaba, caía en errores absurdos. Llegaba tarde a entrevistas, perdía rollos de fotos que ya había hecho. Y tenía problemas en casa: deudas, desamor...

El 27 de julio de 1994, exactamente tres meses después de las primeras elecciones democráticas de la historia de su país, Carter se fue a la orilla de un río donde había jugado cuando era niño, antes de que supiera lo que era el apartheid, el sufrimiento, la injusticia. Y ahí, por fin, dentro de su coche, escuchando música mientras inhalaba monóxido de carbono por un tubo de goma, logró la paz, la anestesia final de la muerte.

sábado, febrero 17, 2007

Martin Chambi



Martín Chambi (Perú 1891-1973), primer fotógrafo indígena de América Latina es, tal como lo señala la fotógrafa argentina Sara Facio, el primero que "mira a su gente con ojos no colonizados". Hijo de una familia inca de agricultores, Martín Chambi posee una visión indigenista genuína. Su mirada no está contaminada de compasión sino de un sentimiento noble que trasciende la condescendencia miserabilista tan propia de quienes miran desde afuera. Llamado el "Nadar de Cuzco", los retratos de Chambi siguen los trazados de la estructura sin artificios y frontal de los clásicos que confiere a sus sujetos una verticalidad dignificante que traduce, de manera singular, el respeto por un pasado valiente y perenne. Su obra es un compendio sensible que da testimonio de su país, enalteciéndo la presencia de la cultura indígena, registrando con atención y finura poética los retratos de la burguesía cuzqueña; documentando con ojo sensible la topografía de los monumentos incas, la arquitectura colonial, las escenas rurales y cotidianas, los eventos sociales.

domingo, enero 28, 2007

viernes, diciembre 29, 2006

Bresson





En Forma, el Centro Internacional de Fotografía de Milán, tiene lugar una gran retrospectiva del legendario fotógrafo francés Henri Cartier Bresson, una figura que marcó un hito en la historia de la fotografía. Bresson dejó este mundo en 2004 a los 96 años.
Conocido como "el ojo del siglo", sus fotografías combinan el registro documental con la vibración de la captura del instante de los eventos más destacados del siglo 20. Desde aquéllos considerados históricos hasta los que describen con puntillosidad la vida cotidiana.


La retropesctiva que se ofrece en Milán hasta el 25 de marzo de 2007, llamada De qué se trata, tiene el objetivo de desentrañar quién fue en realidad este artista y consta de 250 fotografías y algunas pocas películas dirigidas o producidas por Bresson.

jueves, diciembre 28, 2006

Sebastiao Salgado capta la pureza del planeta



La historia se llama Génesis y es el gran proyecto del fotógrafo Sebastiao Salgado. Surgió a partir de otro proyecto muy personal: el Instituto Terra, que Salgado fundó junto a su esposa Lelia y cuyo objetivo es recuperar un área de selva en la costa atlántica de Brasil, donde el fotógrafo pasó su infancia.

¿Por qué se embarcó en Génesis?

Es un proyecto que empezó en gran medida en función de otro proyecto medioambiental que tenemos en Brasil (el Instituto Terra, en Minas Gerais, www.instituto terra.org). Trabajamos allí para la recuperación de una parte de la floresta o selva tropical de la costa atlántica en Brasil desde hace 15 años.

Esto me llevó a un acercamiento muy grande con la naturaleza. Hemos plantado muchos árboles. Este año habremos llegado a más de un millón. Como decía, me acerqué mucho a la naturaleza, y entonces, como último gran proyecto –porque ya voy quedando mayor, tengo 62 años y este proyecto me llevará ocho– tomé la decisión de hacer una historia, que se llama Génesis, sobre la megadiversidad del planeta.

La idea es presentar el planeta de una cierta forma a la gente, de modo que –quien sabe– tal vez yo pueda ayudar a que la gente comprenda un poco mejor su planeta. La idea también es mostrar lo que aún tenemos puro en el planeta y que tendríamos que preservar hoy.

Entonces tomé la decisión de fotografiar partes del planeta que son puras y aún hay muchas. Hemos destruido 54 por ciento del planeta pero esto significa que cerca de 46 por ciento aún está allí y que si nosotros le prestamos atención, podríamos preservarla y mantener un cierto equilibrio que hoy estamos casi rompiendo.

Creo también que nos hemos apartado mucho de nuestro planeta. Nos hemos quedado puramente urbanos y tenemos hoy la pretensión de ser un animal puramente racional, y toda esta parte espiritual e instintiva que ha permitido la preservación de nuestra especie hasta hoy está siendo descuidada.

Ver nota completa en: www.milenio.com/mexico/milenio/nota.asp?id=464696






miércoles, agosto 30, 2006

Giovanni Sacchetto

GIOVANNI SACCHETTO
fotografías
Italia en foco
12 de agosto/06 Tucumán 1646 - Buenos Aires

Giovanni Sacchetto nació en Uruguay el 27 de agosto de 1966. A los dos años llega con su padre, inmigrante italiano, y su madre, uruguaya e hija también de inmigrantes Italianos, a la ciudad de Buenos Aires, que adoptan como suya. Realiza sus estudios primario y secundario en escuelas del estado y paralelamente toma cursos de dibujo y música.

Trabajó como administrativo desde 1992 hasta 2002 en Editorial Perfil. Allí, al estar en contacto con fotógrafos profesionales y editores, inevitablemente se sumerge en el arte fotográfico. Paralelamente tomó cursos de laboratorio y composición, entre otros, en el Fotoclub Buenos Aires. Allí obtuvo su primer premio en un concurso de diapositivas. Desde entonces participa activamente en certámenes fotográficos nacionales e internacionales.

Trabajó como reportero gráfico para el diario La Unión de Lomas de Zamora, y colaboró también en diarios y revistas de Buenos Aires como Mujer Country, Caras, Noticias, Semanario, Luna, Informe Asegurador, El Caldero -Publicación lacaniana-, entre otras.

Desde el año 2001 realiza fotografía de eventos corporativos para Grupo Brasil.

En 2003 lanza el proyecto de “Puzzles Fotográficos” con una primer serie de tres fotografías premiadas o distinguidas del Barrio de La Boca. En 2004 realiza el “Fotobox” que consiste en pequeñas colecciones de fotografías temáticas del Sur de nuestra Ciudad. El Fotopuzzle y el Fotobox se comercializan en librerías notables, como “De Ávila”, “Alianza Francesa”, etc.

Entre las realizaciones mas importantes de 2004 se encuentra el ensayo “El Trabajo en el Astillero Río Santiago” de la Ciudad de Ensenada y el relevamiento del Palacio Gótico Florentino -Ex Italo-, donde se emplazará la Usina de la Música de la Ciudad de Buenos Aires.

En Marzo de 2005 trabajó como Editor Fotográfico del Diario del Festival de Cine de Mar del Plata. Actualmente colabora en diferentes medios gráficos entre los que se encuentran “Buenos Aires al Sur” y “Rumbos” de editorial La Nación y prepara una muestra fotográfica a exhibirse en la Embajada de Venezuela en Buenos Aires.

Nota enviada por Fernando Cipriani

Leica

(Nota tomada del diario español El Mundo)
50 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE ERNST LEITZ

El ángel de los judíos que creó Leica

De sus cámaras disfrutaron los mejores fotógrafos del siglo XX. De su humanidad se beneficiaron cientos de judíos que escaparon del nazismo. Ernst Leitz es mucho más que el audaz empresario alemán que impulsó Leica en los años 20. Se enfrentó al mismísimo Hitler y se preocupó de las condiciones laborales de su obreros. Hoy tendría que lidiar con la era digital.

Por Úrsula Moreno


¿Más de 90.000 euros por una cámara de fotos? Pues sí, pero sólo si se trata de una Leica M7 en titanio, de la colección del fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado. Una suma astronómica, sin duda, que un apasionado de la fotografía desembolsó en una subasta en Viena el año pasado y que su antiguo propietario destinó a preservar la selva amazónica.

Las máquinas Leica valen hoy día su peso en oro. Sobre todo cuando han pasado por las manos de famosos leiquistas como Henri Cartier-Bresson o Robert Capa, por citar sólo dos. O cuando pertenecen, como es el caso de la Leica de Salgado, a una edición limitada. Las Leica son sinónimo de perfección y calidad, pero sobre todo son la historia de un mito —con unos ingresos por ventas de 100 millones de euros en 2005— forjado a lo largo de más de 80 años.

La fotografía, tal y como la conocemos hoy día, no hubiera sido posible sin la aparición de la primera Leica, a principios del siglo pasado. Aquella cámara de 35 milímetros la convirtió en una afición al alcance de muchos. Cuenta la leyenda que Oskar Barnack, el ingeniero alemán que diseñó el primer prototipo, era un amante de la fotografía. A ella dedicaba los fines de semana en el bosque cercano a Wetzlar, una pequeña población al norte de Francfort. Cargaba con las pesadas cámaras de placas y su trípode de madera, mientras soñaba con inventar una máquina portátil y de fácil manejo, con una óptica de primera calidad. Todo con tal de dejar de acarrear el voluminoso material de la época, un suplicio para un asmático como él.

Corría 1911 cuando Barnack, que trabajaba para la empresa de material óptico de Carl Zeiss, fue fichado por la competencia. La casa Leitz, dedicada a la fabricación de microscopios y creada en 1869 por Ernst Leitz, quería diversificar su producción. Ernst Leitz II, hijo del fundador, decidió captar a los ingenieros estrella de esta región de Hesse (oeste de Alemania). Para ello eligió a Oskar Barnack y al especialista en objetivos Max Berek.

Leitz II, que se hizo cargo de la empresa en solitario tras la muerte de su padre en 1920, se reveló como un empresario avezado, capaz de dar el salto desde un pequeño taller de óptica a la fabricación en serie de la primera cámara de 35 milímetros, la Ur-Leica (combinación de las palabras "Leitz" y "cámara"). Aunque para llegar hasta ahí, tuvo que superar primero la depresión de la posguerra, con graves repercusiones económicas y personales para su familia.

Aquel joven ingeniero, Oskar Barnack, trabajaba en un exposímetro para cámaras de cine cuando se le ocurrió que, si duplicaba la longitud de la película, obtendría un negativo de mayor tamaño que podría valer para una cámara fotográfica. En 1914, el pequeño aparato de metal, con objetivo de 50 milímetros y obturador de cortina, para películas de 35 milímetros, acabó en manos de Leitz hijo, que se la llevó en un viaje a Nueva York. A su regreso, entusiasmado, decidió a patentar el invento. Cuando, por fin, en 1924 se lanzó a su fabricación en serie, hubo de hacer primero oídos sordos a los agoreros que le advertían del riesgo de semejante proyecto, en plena crisis económica.


(Hacer clic en el título para ver la nota completa en www.elmundo.es)

sábado, agosto 26, 2006

Radio Gráfica en El Bauen



El próximo jueves 7 de septiembre Radio Grafica vuelve a salir a la calle, esta vez junto a los amigos de “El Portón” en el Hotel B.A.U.E.N. para disfrutar de una velada de música rioplatense.

Radio Grafica es la primer radio que transmite desde una fabrica recuperada y comenzamos a emitir a fines del año pasado junto a los vecinos y organizaciones sociales de los barrios del sur de la ciudad.

La lucha de los trabajadores de la Cooperativa Grafica Patricios, que durante nueve meses ocuparon la planta con el apoyo del sindicato Federación Grafica Bonaerense, culminó con la recuperación de la empresa en noviembre del 2003, y su posterior puesta en funcionamiento a partir de enero del 2004. El primer objetivo era defender la fuente de trabajo ante el saqueo de sus antiguos dueños que intentaban vaciarla, para luego dejar en la calle a sus trabajadores. Tras la expropiación del inmueble y las maquinarias los trabajadores organizados volvieron a levantar sobre sus pies este gigante de Barracas, con el orgullo de demostrar que los trabajadores pueden conducir y gestionar eficazmente.

En los barrios del sur trabajan muchas organizaciones sociales, políticas y culturales. Se producen cotidianamente múltiples hechos que no encuentran ningún eco en los medios masivos de comunicación. Hacemos una radio con el barrio y para el barrio. En el aire de Radio Grafica rebotan las voces de los vecinos que cuentan en primera persona las cosas que pasan en el barrio y las actividades que pueblan las calles de La Boca, Barracas, Parque Patricios, San Telmo, Constitución y Avellaneda.

El teatro, la música, la problemática del trabajo y la vivienda, así como también la educación que se hacen “al sur del sur”, tiene su lugar privilegiado en la grilla que de lunes a sábados se puede escuchar por el 89.1.Las noticias del barrio son protagonistas diariamente y los vecinos testigos directos que cuentan sin medicaciones las cosas que pasan en sus calles. El arte y la cultura están se hacen presente siempre de diferentes maneras.

Confluimos así en este espacio que la Cooperativa Grafica Patricios abrió para el barrio, organizaciones sociales, políticas y educativas que asumimos como propia la lucha de los trabajadores y reconocemos como una enseñanza esta experiencia de dignidad.

Por eso, queremos compartir con todos ustedes una nueva velada musical. Ya nos hemos encontrado en este lugar el Hotel B.A.U.E.N. hace casi un año. En esa oportunidad fue nuestro padrino Peteco Carabajal quien nos acompañó con su música. Ahora, los amigos de “El Portón” estarán junto a Nanjale y La Rumbosa Mundana.

Los esperamos el jueves 7 de septiembre a las 19 hs. Callao 360, Hotel B.A.U.E.N.

miércoles, agosto 23, 2006

El Bañista




Gran Premio del Salón Nacional de Fotografía 2006

El mayor premio de la última edición del Salón Nacional de Fotografíafue otorgado a "El bañista", de Eduardo Carrera, por un juradointegrado por Eduardo Gil, Elda Harrington, Juan Travnik, Julie Weiz yMarcia Duhagon, por la Secretaría de Cultura de la Nación.
El Bañista es fotografía directa. La imagen se realizó en la pileta de lo que fue el club Peretz. En ese escenario posó para la toma el actorNahuel Pérez Biscayart (El Aura, Tatuado).
En el salón Nacional de Fotografía, dependiente de la secretaría de Cultura de la Nación, también fueron premiadas las obras presentadas por Pablo Rosa (primer premio), Eloy Vallejo (segundo premio) y Ezequiel Pontoriero (tercer premio).
Recibieron menciones David Fernandez, Jorge Fasola y Eduardo Mauricio.
Las obras premiadas y aceptadas estarán expuestas en el Palais deGlace (Posadas 1725) del 31 de agosto al 17 de septiembre de 2006.Eduardo Carrera nació en Buenos Aires en 1966. Trabaja habitualmentetanto con fotografía tradicional como con imágenes intervenidas o integradas a textos, fotogramas o escenografía.
En forma individual expuso sus trabajos Ceremonia (2002), Verano Porteño 01-02 y Carrousell (2003) y Museo del Amor (2004 y 2005). En 2003 presentó sulibro Salud. Ha participado en numerosas exposiciones colectivas.

(Enviado por Fernando Cipriani)

martes, agosto 15, 2006

miércoles, agosto 09, 2006

La Luna Recuperada

Un ventanal a contraluz dentro de Grafica Patricios. Una empresa recuperada por sus trabajadores que funciona en forma de cooperativa. Lograron sacarla del abandono en que la dejó su antiguo dueño y hoy, orgullosos, muestran todo el trabajo que tienen...

sábado, agosto 05, 2006

Festival de la luz

Foto de Leo Matiz
Cita ineludible del calendario de la fotografía en el país, hoy comienza el Festival de la Luz, que en su edición número XIV reunirá las obras fotográficas de más de 400 artistas en tres sedes: Buenos Aires, Neuquén y Salta.

Hasta el 30 de septiembre, con el lema "Realidad (i) realidad" habrá exposiciones en museos, centros culturales y galerías de arte, que se convertirán en lugares de encuentro para compartir miradas sobre el mundo, muchas de ellas llegadas del exterior, como Chile, Puerto Rico y Brasil.

Fundado y dirigido por Elda Harrington y Alejandro Montes de Oca, el Festival de la Luz nació en 1989 como espacio de intercambio de fotógrafos y hoy está asociado con 21 festivales de 16 países.

(Hacer clic en el título para ver la nota completa en el diario La Nación)

jueves, agosto 03, 2006

Coppola


Horacio Coppola celebró sus 100 años en familia y rodeado de artistas

Estuvieron los fotógrafos Alicia y Ricardo Sanguinetti y el galerista Jorge Mara

Con una vitalidad envidiable, rodeado por sus afectos más cercanos y por gente de la cultura, el fotógrafo Horacio Coppola festejó anoche sus fecundísimos 100 años de vida y reveló que vive su centenario con "emoción y sorpresa", según le confió a LA NACION, el único medio periodístico invitado a la celebración.

"Nunca imaginé que llegaría tan lejos. La verdad, estos cien años me parecen una gran exageración", dijo risueño, luego de una extensa pausa, buscando la palabra justa, el artista que a fuerza de talento y de una mirada aguda y poética inscribió su nombre junto a los nombres de los más destacados fotógrafos en el nivel mundial.

Y como quien entra confiado en el terreno de las confidencias, sin inhibiciones deslizó: "Cuando muchos piensan que ya lo han vivido y visto todo, yo con humildad les dijo que, aún a mi edad, no dejo de asombrarme y creo que es ésta la actitud de vida que me ha permitido llegar tan lejos, además, por supuesto, de haber sido premiado con los genes de la longevidad, que es una herencia familiar".

(hacer clic en el título para ver el artículo completo en La Nación)

lunes, julio 31, 2006

Riesgo Pais



Por Valeria Arevalos

miércoles, julio 26, 2006

Muelle en el Lácar

por Luciano Spiguel

Lago Lácar, San Martín de Los Andes

lunes, julio 24, 2006

Diego Goldberg

Vidas en riesgo





Diego Goldberg fue el ganador, en la categoría Fotografía, del premio de la Fundación Nuevo Periodismo (FNPI). Parte de este trabajo sobre los olvidados, con textos de Roberto Guareschi, fue publicado en la Revista el año último. Aquí, el fotógrafo cuenta los pormenores de esta historia

Este trabajo tenía como eje difundir los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas. Estas metas, compartidas por todos los Estados miembros, son amplias y ambiciosas e intentan poner en la mira los grandes problemas que afectan a la humanidad: la pobreza extrema, la falta de educación, las enfermedades transmisibles, entre otros.

Con el periodista Roberto Guareschi tratamos de despegarnos del enfoque habitual en estos casos: estadísticas que adormecen, textos genéricos e imágenes de personas ignotas. Por eso intentamos ver cómo cada uno de los ocho objetivos, que tienen escala planetaria, se ejemplificaban en la vida de ocho jóvenes en ocho países distintos.

Festival de la luz


Todas las miradas


El mes próximo comienza en la Argentina una nueva edición del Festival de la Luz, en la que más de 400 fotógrafos de todo el mundo darán su versión de la realidad. Aquí, un anticipo
Un espacio de intercambio y comunicación entre fotógrafos de todas las disciplinas, lugares y orígenes que se abre al público para generar un fenómeno cultural masivo. Así podría definirse el Encuentro Abierto de Fotografía - Festival de la Luz, que desde el 3 del mes que viene hasta el 30 de septiembre, durante su XIV edición en la Argentina, convocará a más de 400 artistas de distintas partes del mundo bajo el lema Realidad (i) realidad.


En Buenos Aires, donde el Centro Cultural Recoleta será sede central, habrá 91 exposiciones. Pero las muestras se multiplicarán en museos, centros culturales y galerías de arte de todo el país. Además de Buenos Aires, oficiarán de sede las ciudades de Salta y Neuquén. Dirigida por Elda Harrington y Alejandro Montes de Oca, el Festival de la Luz será un lugar de encuentro donde los artistas y obras seleccionadas darán cuenta de distintas percepciones y miradas sobre el mundo y sobre las emociones que suscita. En estas páginas, una muestra.

Horacio Coppola


Horacio Coppola: los ojos del siglo


Cámara en mano, trajo al país las vanguardias de Europa y fotografió Buenos Aires como nadie. Días antes de su cumpleaños número, recibió a la Revista y 100 recordó su historia

Casi todo el siglo XX pasó ante sus ojos, empujado por el vértigo y la fugacidad de muchos instantes eternizados en una imagen. Tal vez mucho de lo que vivió se le escurra hoy, como arena entre los dedos, en la profundidad de su memoria centenaria. Pero su historia y sus vivencias se filtran en las imágenes que tomó con su Leica, testigos de un mundo que ya no está pero del que sus fotos dan testimonio.

(hacer clic en el título para acceder a la nota completa en el diario La Nación)